Bitacora de viaje en la que el Laboratorio de arquitectura, va planteando las interrogantes internas sobre la arquitectura y las transformaciones que en ella se dan a partir de elementos externos, tecnológicos, filosóficos o simplemente ideas sueltas que de alguna manera van girando el rumbo.

Tuesday, May 05, 2009

INFLUENZA datos prácticos


Hace algunos años, en el 2000 para ser exactos, publiqué un artículo que trata concretamente
de una patología registrada por la OMS, muy contemporánea sobre algunas dudas de contagio en la Influenza Humana.
a continuación lo adjunto.

El libro en el que aparece se llama Il Racconto,
un libro de un servidor con ensayos de arquitectura.
Lo pueden conseguir en librerías del país.

comentarios: ruben.cubomag@gmail.com

EDIFICIOS ENFERMOS

En los años 70 se manifestaron algunos casos extraños en los edificios, como por ejemplo el caso de 1976 que se presento en un hotel de los Estados Unidos de Norteamérica específicamente en Philadelphia, en el transcurso de una convención una bacteria altamente infecciosa y que por ese entonces era desconocida en el aire acondicionado, provocó la muerte de decenas de personas. Esa bacteria fue denominada como Legionella.

En 1982 la OMS (Organización Mundial de la Salud) reconoció el termino denominado edificios enfermos como una enfermedad, aún cuando su estudio ya se había llevado a cabo en la década de los 70´s, fue hasta ese entonces que se le reconoció y definió como “El conjunto de síntomas que presentan algunas personas al habitar o trabajar en un edificio de los denominados sellados, y que remiten al poco tiempo de haberlos abandonado”. Así mismo la OMS considera dos tipos de edificios enfermos que son: edificios temporalmente enfermos, que pueden ser construcciones nuevas o recién remodeladas en donde los síntomas desaparecen en un tiempo no mayor de seis meses, otros son los permanentemente enfermos, en donde los síntomas persisten durante mucho tiempo a pesar de haber hecho cambios en las instalaciones.

La cuestión es que ya desde el siglo I d. c. se tenía la atención puesta en este asunto, mencionemos a Vitruvio que escribió lo siguiente “Un arquitecto ni puede ni debe ser un gramático, como fue Aristarco pero tampoco puede ser un ignorante...no puede alcanzar el prestigio de un medico como Hipócrates pero debe conocer la medicina...no puede ser especialmente experto en las demás ciencias especulativas pero tampoco las puede ignorar”. Aquí califica los conocimientos que un arquitecto debe considerar a lo largo de su carrera para solucionar un problema de manera equitativa y equilibrada, cuestión que fue olvidada casi por completo dejando un velo de cuestionamientos sobre lo que debe ser y lo que es. Luis Fernández-Galiano lo plantea de la siguiente manera “¿El arquitecto es un medico y sana problemas o sólo es un pintor y representa lo que pasa?”.

Si consideramos que entre el 80 y 90% de nuestra vida transcurre y se consume en espacios cerrados sumando a esto la deficiencia en la calidad de vida como resultado de un mal planeamiento en el espacio, la tendencia para que el número de gente que enferma es enorme y sigue en aumento. Los expertos consideran que para que un edificio pueda considerarse como enfermo el 20% de su población debe estar enferma. Vallamos al fondo y veamos porque se enferma un edificio.

La principal característica es la deficiencia en el aire acondicionado, especialmente en aquellos sistemas de ventilación a base de filtros con depósitos de agua. Desde su ubicación posicionando lo cuartos de maquinas en algunos casos en estacionamientos haciendo que se absorba el dióxido de carbono que expiden los automóviles o en calderas absorbiendo el humo producido por las calderas, estas sustancias se transmiten al interior del edificio. Otro elemento que influye en este caso es la calidad del aire exterior, ya que si nos encontramos en una ciudad altamente contaminada como lo es la ciudad de México es muy difícil alcanzar índices de calidad de aire respetables sobre todo en los edificios más viejos y con poca atención. También la falta de mantenimiento se suma a estas características ya que si no se cambia el agua de los sistemas de aire acondicionado se crean bacterias que se transmiten constantemente y son respiradas por los usuarios los días de trabajo, el fin de semana esas bacterias que se encuentran en reposo más la humedad del edificio provocan que se formen hongos, de esta manera al empezar a trabajar el Lunes esos hongos se ponen en movimiento y son inhaladas por el organismo. Es importante señalar que las personas que están más expuestas a sufrir alguna enfermedad son las que trabajan en las áreas generales, a diferencia de los que tienen su propia oficina los demás respiran el aire de todos y lo transmiten con más facilidad. Existe así mismo un fenómeno conocido como Shock Térmico que se presenta cuando existen grandes diferencias entre la temperatura del interior de un edificio y el exterior, es decir que, si por ejemplo estamos en invierno y la temperatura del edificio es extremadamente caliente, o viceversa. Al cambiar de espacio sufrimos un shock que nos puede causar algunas enfermedades en las vías respiratorias. Es importante resaltar los efectos que un mal diseño en las instalaciones puede provocar en el organismo, por ejemplo en muchos hospitales el humo de cigarro que se produce en la sala de espera o los microorganismos de algunos enfermos viajan por las tuberías hasta las habitaciones de algunos pacientes con problemas respiratorios o inmunodeprimidos que requieren de un ambiente completamente limpio y libre de bacterias.

No sólo influye el aire acondicionado para que u edificio se enferme, se debe considerar también la higiene, el estudio ergonométrico, factores psicosociales como problemas de organización, horarios, estrés, falta de comunicación, dificultades en las relaciones interpersonales, En cuanto a las fuentes contaminantes interiores tenemos situadas a las 350 residuos que circulan por el aire emitidos por materiales de los edificios, por ejemplo pinturas que contienen una gran cantidad de solventes que quedan impregnados en el ambiente y provocarnos daños desde irritación de ojos, nariz, garganta, hasta problemas digestivos y en el sistema nervioso central; muebles con resinas tóxicas o el uso de aglomerados que contienen formaldehido, alfombras con PVC, maquinas de oficina (fax, copiadora, etc.) por emisión de ozono produciendo dolor de cabeza y malestar general, así como elementos de limpieza del edificio que contienen pesticidas o derivados del formol. También el diseño de la iluminación por ejemplo el uso de lámparas fluorescentes es inconveniente porque difunden rayos ultravioleta que al interaccionar químicamente con el polvo que flota en la habitación se produce una especie de niebla fotoquímica que irrita los ojos y disminuye la calidad de vista provocando cansancio, dolor de cabeza., exposición a sustancias tóxicas, irritantes o radioactivas. La radiación en un edificio puede contribuir en gran medida a la enfermedad del edificio, por ejemplo las radiaciones propias de los materiales, como el hormigón y el cemento los cuales cuentan con pequeñas proporciones de elementos radioactivos en su composición, servicios de energía utilizados con poco criterio, el aire que inhalamos cargado de iones positivos, hasta la irradiación áurica de las personas que habitan el edificio. Algunos aislantes también propician enfermedades como es el caso de la inyección de espuma de urea – formol en la camara de aire de los muros que libera durante años un vapor irritante derivado del formol que puede ocacionar molestias en ojos, garganta y vías respiratorias.

Médicos expertos en el estudio de síntomas producidos por un edificio enfermo los clasifican en dos: el primero es el que está relacionado con los edificios, es decir, cuando microbios u otros organismos como hongos le dan al usuario una enfermedad que puede provocar su muerte. El segundo es el que se aplica al síndrome del edificio enfermo que es cuando la gente presenta síntomas que no peden ser dados por una causa, ya que al alejarte desaparecen o no son visibles por medio de un examen médico.

Los principales síntomas que se presentan al habitar un edificio enfermo son cefaleas, fatiga, irritación de las conjuntivas oculares, sequedad de las vías respiratorias superiores, irritación de la piel como eritemas, sequedad cutánea, prurito generalizado o localizado, alergias cutáneas, sensación de sequedad en los ojos, malestar en la audición, nauseas, mareos, sensación de ahogo, falta de concentración. Todos estos síntomas se pueden llegar a complicar de una manera terrible, por ejemplo al inhalar derivados tóxicos de esporas de hongos que se pueden esparcir en la delicada membrana mucosa de sus vías respiratorias y pulmones provocando inflamaciones crónicas, Pneumonitis Hypersensible, fibrosis pulmonar o hasta la muerte.

Debido a que el aire interior de los edificios es uno de los cinco riesgos medioambientales de salud hoy en día según la EPA, se han asociado varias enfermedades a los edificios enfermos como Múltiple Sensibilidad a Químicos o mejor dicho ser alérgico a casi todo lo que tenga algún producto químico. Los endocrinólogos dividen los síntomas en agudos y crónicos. Los agudos tienen síntomas que van desde malestar general, opresión torácica o cervical, palpitaciones – taquicardia, rubefacción cutánea, temblor de manos, sudoración, angustia, crisis de pánico, picor en la piel, ojos, oídos y nariz, lagrimeo conjuntival, secreción nasal, estornudos, hasta perdida de la conciencia. Los enfermos de sensibilidad a químicos crónicos son la gran asignatura de la medicina del siglo XXI, debido a que son aquellos que cuando uno se retira del centro de afección se recupera y no se detectan por ningún análisis médico. Los síntomas crónicos son: Cansancio, por ejemplo los vagotonicos que son los que les cuesta trabajo levantarse por la mañana, se sienten cansados todo el día y hasta en la noche pueden trabajar bien. Los simpaticotónicos se levantan bien por la mañana pero ya en la tarde empiezan a sentir cansancio. Otro síntoma es la predisposición a enfermedades infecciosas en donde se afecta la capacidad de respuesta de nuestro sistema inmunológico; la alteración del sistema nervioso central el cual se manifiesta en la perdida de la memoria o la dificultad para concentrarse aunado a los trastornos del sueño, ansiedad y depresión; la alteración al sistema nervioso autónomo provocando un ataque de pánico por el despido repentino de adrenalina y noradrenalina, dejando cansancio demoledor imposibilitando a la persona a trabajar al día siguiente.

Las consecuencias de esto son impresionantes ya que el índice en la productividad se ve afectado en un 50% y el nivel de ausentismo es enorme, por lo tanto el mal diseño (en proyecto e instalaciones) de un edificio se refleja tanto en su confort como en su productividad. Un estudio publicado en The American Journal of Medicine revelo que en EEUU se producen 75 millones de visitas al año por personas que habitan en un edificio enfermo y que gastan 15000 millones de dólares en tratamiento médicos, teniendo una perdida por ausentismo de 59000 millones de dólares. De esto surge la importancia y la preocupación por el tema ya que después del estudio de 2000 edificios en el mundo se encontró que 3 de cada 4 construcciones sufren el síndrome del edificio enfermo en donde el 62% de los edificios tenían cantidades inadecuadas de aire acondicionado, 61% tenían filtros de aire que no funcionaban correctamente, el 58% presentaba suciedad en las instalaciones de ventilación, el 9% presentaba altos niveles de contaminación encontrando 28 especies diferentes de hongos que inhalamos diariamente.
Las medidas que pueden tomarse al respecto son muchas, pero lo más importante es tener en cuenta la calidad de vida en un edificio y al contrario de la industrialización debemos buscar productos que sean de origen natural, desde una silla hasta retomar las virtudes de un sistema pasivo de climatización, evitando en la medida de lo posible hacer importaciones inútiles que para nuestra posición geográfica sus efectos son inútiles ya que nosotros contamos con unas características climatológicas privilegiadas y en muchos casos es inútil el uso de sistemas de acondicionamiento de aire, sólo es cuestión de darle un mantenimiento adecuado al edificio, no preocuparse únicamente por el diseño y la obra terminada.

La American Society of Heating, Refrigerating & Air Conditioning recomienda 20 pies3 minuto / persona de aire fresco para considerar que existe en el lugar una calidad del aire adecuada, aunado a lo anterior podemos equilibrar la temperatura interior y exterior para no exponer a los usuarios a un shock térmico. Además proponer un organismo compuesto de gente especializada en nuestro país que determine las características adecuadas para tener una revisión por lo menos anual de los edificios estando en posibilidades con esto de competir con los requerimientos que pronto muchos órganos nacionales tendrán, como la UE que en estos momentos esta tomando medidas para crear una normativa por medio de la cual los gobiernos se ocupen de manera responsable al respecto.